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Antihistamínicos

El organismo de los seres humanos posee una sustancia química en sus tejidos llamada histamina, que no es más que una amina idazólica (intermediario de la biosíntesis de la histidina que se forma desde el imidazol glicerol fosfato con la pérdida de agua), que reacciona con el sistema inmune, regula funciones naturales del cuerpo y actúa como un neurotransmisor en el sistema nervioso central. Además, juega un papel importante en las sensaciones de hambre y los ritmos de sueño y vigilia.

Antihistamínicos

Pero hay ocasiones en las que esta sustancia química se libera en un proceso alérgico. Para su control, existen fármacos denominados antihistamínicos que se usan para inhibir los efectos de la histamina, bloqueando sus receptores.

La función básica de los antihistamínicos es reducir y detener los síntomas que acarrea la liberación de los antagonistas receptores H1 de la histamina, como irritación ocular, estornudos, secreciones nasales y sarpullidos.

Cabe destacar, que existen otros tres tipos de receptores: H2, H3 y H4, y otros fármacos para impedir malestares como secreciones ácidas del estómago, úlceras, gastritis y reflujo.

La histamina puede estar presente, igualmente, en plantas, bacterias y hasta en el veneno de los insectos.

¿Cómo funcionan los Antihistamínicos?

Los antihistamínicos son los medicamentos más prescritos en la población mundial y la mayoría pueden adquirirse sin receta médica. Estas medicinas actúan uniéndose a los receptores H1 de la histamina pero sin activarlos, por el contrario, los estabilizan e inactivan de manera prolongada.

En término generales, estos fármacos se emplean para reducir malestares típicos de las alergias como rinitis (Inflamación de la mucosa de las fosas nasales) y urticarias (síndrome de la piel que se caracteriza por la presencia de manchas y áreas de inflamación rosáceas, acompañadas de un intenso picor).

De igual modo, los antihistamínicos disminuyen prurito, irritación, vasodilatación, hipotensión, dolor de cabeza, taquicardia, constricción, aumento de la permeabilidad vascular, dolor, y otros síntomas desagradables que se producen como efecto inminente de la acción de la histamina.

Asimismo, los antihistamínicos se emplean para prevenir los mareos o vértigos, así como para combatir el insomnio, migraña, resfriado y picaduras de mosquitos. También se usa como complemento de drogas como la adrenalina y los corticosteroides; y para el tratamiento de la anafilaxia, que es una reacción alérgica grave a un químico que se ha convertido en alérgeno.

Los antihistamínicos pueden encontrarse en forma de pastillas, colirios, cremas, aerosoles nasales e inyecciones, y tienen propiedades antiinflamatorias. Solo funcionan dentro de un tratamiento sintomático, y jamás llegan a curar la enfermedad. Se debe suspender su administración días antes de una prueba cutánea, ya que podrían alterar los resultados.

Tipos de antihistamínicos

Aunque hay seis tipos de antihistamínicos, desde el punto de vista clínico están clasificados en los de primera, segunda y tercera generación.

Los de primera generación son los que más efectos secundarios producen: sedación, somnolencia, aumento del apetito y otros molestos efectos tales como resequedad en la boca, visión borrosa, estreñimiento y retención de la orina.

Este grupo de antihistamínicos, también conocidos como clásicos, son absorbidos rápidamente en el hígado, por lo que no deben ingerirse más de cuatro veces al día. Se pueden conseguir bajo el nombre de Polaramine (alivia los síntoma de conjuntivitis derivada de alergias, eritemas o rinitis), Atarax (trata la ansiedad y los efectos de la urticaria), Actithiol (ayuda a combatir la congestión nasal), Dormidina (controla el insomnio), Biodramina (combate los mareos y vértigos), Azaron (reduce la comezón de alergias y picaduras de insectos).

Hay otros de esta clase que se expenden sin receta médica como el Frenadol, Desenfriol, Couldina o la Aspirina Complex, que sirven para tratar eficazmente los síntomas de congestión nasal y estornudos.

Los antihistamínicos de segunda generación son los más seguros porque no afectan el rendimiento de las actividades cotidianas. Tardan más en descomponerse, por lo que se puede administrar una dosis única diaria. Éstos se emplean mayormente en los tratamientos de rinoconjuntivitis alérgica y en la urticaria aguda y crónica. Se comercializan como Cetirizina (ayuda con la congestión nasal, la conjuntivitis alérgica y los efectos de la urticaria), Loratadina (alivia la rinitis alérgica y la urticaria) y Ebastina (trata la rinitis, dermatitis alérgicas y la urticaria crónica).

Por su parte, los antihistamínicos disminuyen las reacciones de la histamina más eficazmente. Destacan el Aerius (para combatir la rinitis alérgica), Xazal (ayuda con la rinitis alérgica y la urticaria a novel crónico), Reactine (indicado para el tratamiento de alergias y descongestivo nasal) y Clarytine (alivia los síntoma alérgicos provocados por la rinoconjuntivitis).

¿Por qué generan efectos adversos?

Los antihistamínicos tienen un efecto sedante y aumentan el apetito. Aunque no está comprobado en su totalidad, se ha detectado que individuos medicados con antihistamínicos, específicamente con astemizol y terfenadina, padecieron de arritmias cardíacas. Sin embargo, éstas ocurrieron en sobredosis y con la toma simultánea de otros fármacos con metabolismo hepático común. Por esa razón, es importante que los pacientes con cardiopatías consulten a su médico antes de consumir cualquier tipo de antihistamínico.

Dosis y contraindicaciones de los Antihistamínicos

En la mayoría de los casos, los síntomas de alergias son recurrentes entre las 4:00 y las 6:00 de la mañana. Es por ello, que se recomienda tomar un antihistamínico al momento de acostarse.

La dosis y los días para ingerir este fármaco dependerán del malestar y las indicaciones del mismo. Pero los antihistamínicos pueden tomarse todos los días o cuando se presenten los malestares.

Igualmente, los  antihistamínicos pueden causar reacciones negativas si se combinan con otros medicamentos como relajantes musculares (carisoprodol y ciclobenzaprina), pastillas para dormir (zolpidem) y calmantes (benzodiazepinas); por lo que es necesario consultar con un especialista.

El uso de estos fármacos debe evitarse si se consumen bebidas alcohólicas o si se sufre de enfermedades renales o respiratorias, tiroides, vejiga hiperactiva, glaucoma, patologías cardíacos o hipertensión.

Ene 14, 2017Laura Castro

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