Hay quienes opinan que la soledad es su mejor compañía, que estar solos es el momento perfecto para encontrarse consigo mismos, reflexionar y buscar respuestas a las múltiples situaciones de la vida diaria. Sin embargo, existen personas que sienten miedo de quedarse solas, sin saber exactamente cuál es la razón de tan desagradable sensación. Nostalgia, desasosiego, desesperanza… Puede haber muchas causas, pero cuando se trata de un temor irracional y exagerado, probablemente sea consecuencia de la monofobia.
Conocida también como isolofobia o eremofobia, la monofobia se refiere al miedo a permanecer sin compañía y, según algunos especialistas, puede encubrir un extraño sentimiento de temor hacia uno mismo. Al igual que muchas otras fobias, lleva al individuo a experimentar episodios de gran ansiedad, lo cual puede generar graves daños físicos y emocionales. Cuando esos ataques de pánico suceden de forma recurrente, se debe buscar ayuda profesional.
QUÉ OCASIONA la Monofobia
La mayoría de las fobias pueden tener su origen en un evento traumático, sufrido en la niñez. Quedarse solo en un momento de gran peligro, es sin duda un episodio difícil de superar que puede permanecer en la memoria de una persona, ocasionando el miedo a la soledad o monofobia. Además, es durante la infancia cuando se recibe el mayor cuidado y acompañamiento de los padres, muchos de los cuales llegan a incurrir en la sobreprotección como modelo de crianza, haciendo que sus hijos se vuelvan dependientes e incapaces de defenderse por sí mismos. Sin darse cuenta, afectan el desarrollo de su autonomía e independencia, logrando que se sientan inseguros e indefensos al no tener a alguien a su lado. La necesidad de estar acompañados y de ser amparados por los demás se queda ahí y, con el paso del tiempo, puede convertirse en monofobia.
También existen individuos que manifiestan un profundo temor a los sucesos riesgosos, y se dejan llevar por visiones futuristas, creándose traumas por algo que tal vez nunca ocurra, que solo está en su mente, pero que perturba su tranquilidad, desatando ataques de pánico. No en vano se dice que la mente puede hacer estragos. En fin, son muchas las circunstancias que pueden incidir en el diagnóstico de monofobia.
SINTOMAS DE LA MONOFOBIA
Entre los síntomas propios de la monofobia se destacan dificultad respiratoria, sudoración, mareos, temblores, estremecimiento, ansiedad, depresión, dolor en el tórax, taquicardia e incluso temor a morir, por lo que la persona podría llegar a sentirse tan aterrada y nerviosa, que buscará aferrarse a la compañía de alguien, pero si no la encuentra, las consecuencias pueden ser devastadoras. Cuando la monofobia alcanza esos niveles, puede convertirse en un problema de salud mental que podría incurrir en esquizofrenia u otro desequilibrio. Indudablemente, esta situación interfiere en el normal desenvolvimiento del individuo en los diferentes contextos: familiar, laboral y social, poniendo en riesgo hasta su propia vida.
QUÉ HACER PARA SUPERAR LA Monofobia
En primer lugar, la persona debe aceptar que tiene un problema que radica en el miedo a la soledad, luego debe surgir en ella el deseo genuino de querer superarlo. Posteriormente, es indispensable someterse a un acompañamiento terapéutico mediante el cual, especialistas en conducta humana aplicarán diferentes terapias psicológicas.
Las terapias de grupo son muy provechosas para quienes padecen de monofobia porque les permite conocer y compartir experiencias con personas iguales a ellos. Del mismo modo, se pueden aplicar técnicas de Programación Neurolingüística o hipnosis para ayudar a los monofóbicos a controlar sus emociones frente a la soledad. El coaching ontológico también es otra alternativa que ha demostrado brindar muy buenos resultados.
Es fundamental que el paciente con monofobia logre controlarse. En la medida que ponga de su parte, será más fácil la superación del trastorno. Para ello, debe mantener el cuerpo y la mente ocupada en cosas que le satisfagan. Estar todo el tiempo pensando en la situación no ayuda en nada. Se recomiendan actividades para realizar en soledad, ya que la concentración en ellas hará que se olvide por momentos de que está solo y apartará los pensamientos de ese temor. Oír y disfrutar música, practicar una expresión artística como pintura, escultura o ejecutar un hobby como leer o escribir poesía, son excelentes opciones.
Es muy importante también trabajar la valoración hacia sí mismo. Tener un nivel adecuado de autoestima permite sentir seguridad, confianza y capacidad para resolver situaciones que puedan presentarse mientras se esté solo. Lograr independencia es un gran avance en el tratamiento. A la par, se debe fomentar la socialización, pero no como una necesidad básica, sino como un complemento de vida. La persona que es tímida, aislada o introvertida puede reforzar el miedo a la soledad.
RECORDAR SIEMPRE
La dedicación y perseverancia son dos condiciones esenciales para superar la monofobia, dejar de asistir a las terapias sin la autorización del especialista es un retroceso significativo en el tratamiento. La familia y seres significativos son el mayor apoyo para afrontar cualquier dificultad. La vida puede ser mejor si se está acompañado, pero también es vital disfrutar de esos momentos de soledad que aportan paz y serenidad.
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