Existen condiciones patológicas que sin ser potencialmente peligrosas para la salud, disminuyen la calidad de vida de las personas. Una de ellas es la Hiperhidrosis, caracterizada por una producción excesiva de sudor que se manifiesta principalmente en el rostro, las manos, la planta de los pies, las axilas y la ingle, con brotes en una o varias zonas a la vez. Aunque es menos frecuente, también se puede reflejar en el pecho, la espalda y detrás de las rodillas.
La liberación de este líquido salado y transparente, a través de las glándulas sudoríparas, representa un proceso natural de termorregulación que mantiene la temperatura corporal (37 º C), pero cuando hay Hiperhidrosis, la transpiración es abundante y se produce de forma espontánea, sin intervención de factores externos o estímulos psicológicos.
En condiciones normales, la sudoración puede aparecer cuando hacemos ejercicios, visitamos lugares cálidos o enfrentamos situaciones de estrés. El sistema nervioso vegetativo regula la transpiración, pero al haber alteraciones, las glándulas sudoríparas se activan excesivamente, originando Hiperhidrosis y, con ella, una serie de molestias físicas y emocionales que entorpecen la socialización del individuo.
Quienes padecen de Hiperhidrosis se cohíben de entablar relaciones amorosas, buscar empleo, frecuentar lugares públicos y compartir con amigos o familiares, por temor a que alguien pueda notar su situación. Les resulta incómodo y desagradable, puesto que el sudor puede aparecer en sitios frescos o en momentos de inactividad, incluso con un olor pestilente (bromidrosis), generado por la descomposición de levaduras o bacterias.
Tipos de Hiperhidrosis
Estudios recientes han determinado que la Hiperhidrosis aqueja a un 3% de la población mundial. Se desarrolla frecuentemente en la adolescencia, sin distinción de sexo, raza o color. Existen dos variantes. La Hiperhidrosis primaria o focal que se manifiesta en manos, pies, rostro y axilas, con una frecuencia alta (entre tres y cinco veces por semana), a excepción de las horas de sueño. Afecta a personas sanas y se cree que tiene una fuerte carga genética, pues los antecedentes familiares se han evidenciado en 40% de los casos.
La Hiperhidrosis secundaria puede darse en todo el cuerpo como reacción adversa a determinados fármacos, procesos médicos o cambios hormonales. Es común durante el embarazo y la menopausia, y se vincula además con ansiedad, ingesta de alcohol, patologías cardíacas, diabetes, dificultades respiratorias, obesidad, gota, hipertiroidismo, lesión en los nervios periféricos y Enfermedad de Parkinson, entre otras afecciones.
Las áreas que están constantemente humedecidas por acción de la Hiperhidrosis toman un color rosado y, en situaciones extremas, pueden experimentar fisuras, descamaciones y sensibilidad.
Formas de disminuirla
El simple exceso de sudoración es señal de Hiperhidrosis, por lo que no se considera necesaria la realización de estudios concretos para su detección. Sin embargo, los especialistas indagan sobre los antecedentes familiares del paciente y descartan la presencia de alguna enfermedad que pueda provocar la Hiperhidrosis. Si es primaria, el tratamiento se enfoca directamente en contrarrestar el flujo de transpiración, pero si es secundaria, se requerirá atacar la patología asociada.
Entre los procedimientos indicados por los médicos destacan aquellos que contemplan la administración de productos tópicos a base de cloruro de aluminio o glicopirrolato, que bridan un efecto astringente y bloquean las vías secretoras de las glándulas sudoríparas. Asimismo, se suele sugerir una técnica denominada Iontoforesis que también bloquea los conductos de las glándulas, pero a través de corriente directa o pulsada. Se usa cuando la Hiperhidrosis afecta las manos y las plantas de los pies.
Si la Hiperhidrosis es axilar, se pueden aplicar inyecciones de toxina botulínica tipo A, cuyo efecto perdura entre nueve y 12 meses, pero si se presenta en todo el cuerpo, conviene recetar fármacos anticolinérgicos y agonistas alfaadrenérgicos centrales que actúan sobre una sustancia llamada acetilcolina que influye en la liberación de sudor. También se puede optar por eliminar los ganglios que estimulan la transpiración a través de la simpatectomía transtorácica, curetaje subcutáneo o terapias de láser.
Una vida más llevadera
Difícilmente la Hiperhidrosis desaparece. Los tratamientos actúan como agentes controladores, pero la verdadera mejoría dependerá de los hábitos de higiene que asuma el paciente. Los baños regulares con jabones antisépticos, el cambio de ropa constante, la utilización de prendas de fibras sintéticas y la eliminación de café, té, cigarrillo y productos picantes, son acciones vitales para contrarrestar los efectos de la Hiperhidrosis. Adicionalmente, es importante mantener las áreas de tránsito frecuente bien ventiladas, disminuir el estrés y las tensiones emocionales, depilar el vello, utilizar talco en los pies, pero sobre todo, aplicar desodorantes. Aunque no se crea, esto tiene sus trucos. Antes de hacerlo se debe lavar y secar el área afectada. Durante la noche, se puede recubrir la zona con un trozo de plástico y retirar al día siguiente para luego enjuagar como de costumbre. Conviene reemplazar el producto dos o tres veces al día.
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